Un par de tetas

Era inevitable que mirara, las tenía tan grandes. Además, siempre usaba unos escotes que "te la voglio dire". Obvio que yo no era la única que miraba. Las tetas de Julia llamaban la atención de grandes y chicos, sobrepasaban lo sexual, eran algo "raro".

Juli era una compañera de la carrera que, como tantos otros, tuvo que abandonar la facultad por "problemas económicos". Una lástima, porque le iba muy bien... y eso le significaba todo un asunto. Cuando Juli aprobaba un parcial el comentario inmediato era: "y claro... si anda mostrando las tetas todo el día". Ni hablar si se sacaba una buena nota en un final, su cerebro no había tenido nada que ver, solo su escote. No faltaba quien opinaba que Juli buscaba lo que le decían por ponerse "esas remeras de atorranta". Otros, con buena intención, le aconsejaban que se aproveche de los dos dones que Dios le dio.

Parecía que Juli tenía las llaves del mundo. Según todos, ese par de tetas hacían que la atendieran primera en el facubar, que los compañeros la escucharan y que los profesores la aprobaran. Juli no era más Juli, era un par de tetas con patas... y nada más.